A la poca obscuridad entre las tazas
que ayuda a verse entre si,
el desgaste de sus
únicas orejas.
Como las sombras aparatosas
que se hicieron juguetes
de sus mismas hilachas
mientras se desvestían.
Sumisión - seducción,
aunque como en el vaso,
que se vacía solo de una forma,
se asoma el cómo y ya no el qué.
A mi me gusta, a mi igual y a mi también
bienvenida la puerta, la sin pared.
Pasados de reverberación
en el paso líquido de las formas,
lagrimando agradecido, cenando cenizas,
develando, floreciendo y muriendo cada fin.
En el verde vascular y sanguíneo
se despierta y duerme el latido
donde vive el triciclo
me gusta el camino.
A mi más, a mi peor y a mi también.
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